EUROPA
PRESS
16 octubre
2021
Cuando
tener un complejo puede convertirse en enfermedad: la dismorfofobia o trastorno
de la imagen corporal
Muchas personas tienen complejos con
alguna parte de su cuerpo. No les gustan por ejemplo sus orejas, pero intentan taparlas
un poco con el pelo y no pasa más. No obstante, si este complejo ya llega a
interferir en la vida de la persona, le genera ansiedad, malestar, le impide
salir a la calle, mantener relaciones sociales; ahí sí que hay un problema.
Así nos lo explica en una entrevista con Infosalus
la doctora Vanessa Fernández, miembro del Colegio Oficial de la Psicología de
Madrid, quien señala que las personas con dismorfofobia o trastorno de la
imagen corporal están a disgusto con una o varias partes de su cuerpo, algo que
les genera además ansiedad, así como un malestar muy intenso.
"Si no hubiera este malestar tan intenso no hablaríamos
de un problema sino de un complejo. Es un trastorno psiquiátrico que impacta en
la vida del paciente, el nivel de intensidad emocional es muy alto, muy
impactante. Puedo tener un complejo porque no me gustan mis orejas y me las
tapo un poco, pero con este trastorno la persona cree que tiene las orejas
enormes y se avergüenza de que le miren, evita relacionarse por ejemplo por
ello, e incluso llega a deprimirse", relata la experta.
Ahora bien, la también profesora de la Universidad
Complutense de Madrid señala que este trastorno hay que diferenciarlo de la
anorexia y de la bulimia, "no son lo mismo", si bien sí están
relacionados. De hecho, aclara que es frecuente que las personas que padecen
estos trastornos de alimentación también suelen desarrollar dismorfofobia.
Es más frecuente de lo que parece y sobre todo en mujeres,
según prosigue, a partir de la adolescencia, y puede darse con cualquier parte
del cuerpo, aunque las zonas más frecuentes son la nariz, la boca, los ojos y
el pelo, y más concretamente en el caso de las chicas, las mamas.
"La persona focaliza su atención en ese aspecto que no
le gusta de su cuerpo y el malestar tan intenso que le produce, ese disgusto
hacia esa parte de su cuerpo le interfiere en su vida diaria. Mantienen
conductas de evitación, como no ir a la piscina en verano, por ejemplo, o casos
tan impactantes de personas que en verano van con chaquetas de lana que les
envuelven, o incluso que llegan a taparse la cara porque sienten que los demás
les están mirando esa parte horrible de su cuerpo, que les hace sentir tan
mal", subraya.
El problema de la autoestima
Entre sus causas, la miembro del Colegio Oficial de la
Psicología de Madrid apunta por ejemplo a la autoestima: "Lo que pasa es
que no sabes si la autoestima es causa o consecuencia porque si una persona se
siente así también su autoestima baja. Pero sobre todo tiene que ver con un
entorno del paciente que es muy exigente a nivel de estética. Por ejemplo, si
una chica tiene unas amigas que se arreglan mucho o que siguen mucho a algún
famoso o influencer".
También influye en el desarrollo de este trastorno de la
imagen corporal determinados rasgos de personalidad como el perfeccionismo, la
ansiedad social, o la inseguridad de la persona, según sostiene.
Entre sus síntomas, Fernández señala a la expresión
exagerada de un malestar asociado a un 'defecto', porque no siempre son
defectos, un malestar exagerado a una disconformidad física. "Ese malestar
se caracteriza por elevados niveles de ansiedad, de tristeza, o de
frustración", indica.
El otro gran síntoma de dismorfofobia, según puntualiza, son
las conductas de evitación de lugares donde se pueda ver en mayor medida ese
defecto. "Se trata de un trastorno que interfiere de forma significativa
en la vida del sujeto. Y también un criterio de exclusión es que no tenga un
trastorno mental mayor como alucinaciones, no es que no les guste su nariz,
sino que la ven como un zapato, o que por ejemplo tiene una antena en la
cabeza", remarca la doctora Vanessa Fernández.
El diagnóstico se consigue una vez en consulta por
evaluación y entrevista clínica con el paciente, donde se puede observar esta
sintomatología; y en los adolescentes debe hacerse una entrevista con la
familia.
En los casos graves va a haber que tratar con fármacos
porque a veces el trastorno de la imagen corporal se asocia con cuadros
depresivos. "Cuando te ves tan mal te deprimes y a veces hay que tratar
con ansiolíticos o antidepresivos. En otros casos, la terapia más efectiva es
la cognitivo-conductual, que trabaja por eliminar esos pensamientos
irracionales. Se les muestran técnicas para vencer las inseguridades o
controlar la ansiedad, por ejemplo, o a no focalizar la atención en esa parte
de su cuerpo, a la vez que se maneja el aumento de la autoestima del
paciente", detalla.
En última instancia, Vanessa Fernández llama la atención
sobre las consecuencias de este trastorno,
"bastante impactante en la vida del paciente", y por el que deben
recibir ayuda en consulta cuanto antes.
Dice que de la dismorfofobia derivan alteraciones
emocionales como la depresión, la ansiedad, las relaciones sociales
disruptivas. Apunta que son personas que, por ejemplo, se enfadan muy
fácilmente porque tienen muchos niveles de ira, o niveles de insatisfacción muy
altos con su vida, y que siendo adolescentes, por ejemplo, les puede bloquear
su desarrollo vital.